16 de abril de 2018

Jamardo está grave.

“A ver si no tardas otros veinte años en volver a pasar”, me dijo el administrativo al despedirse de mi tras la visita que les hice acompañado de mi amigo tunecino Tayib.
Cáncer de colon y problemas cardíacos. Jamardo.
Además una quimioterapia mal administrada según reconocieron los médicos.
Hablé con él por teléfono.
Tardo en reconocerme, pero al fin se dio cuenta y como siempre dijo “Cajondios”.
Mucho me he acordado de la cobertura informativa que hizo Jamardo a Ramón Sampedro, fallecido hace años tras una eutanasia activa.

Me reuní en el despacho con Moncho, hoy delegado heredero de Alba, quien murió hará veinticinco años.

Moncho recibió mis sugerencia de temas: “Cincuenta inmigrantes en A Coruña”, “Túnez tras la primavera” y “El infierno de Gaza”. Y habló con agrado con mi colaborador Tayib.

Me dijo que si fuera en Ribeira...Pero La Voz es una empresa “que va mal”, “aunque no tan mal como otras”, matizó. Y si por el fuera...Lo pasaría a los mandos superiores.

Moncho se quejó de su espalda y del estómago. Y yo sentencié: “Estamos viejos Moncho”.

Y yo de vuelta a A Coruña iba impactado por el buen Jamardo. Y dándome cuenta que estamos aquí dos días. Lo cual me animaba a meterme en Gaza, aún a pesar de los riesgos que correría.
Y yo percibí, por la mirada de los periodistas jóvenes de la redacción, de que me he convertido en un veterano de prensa. Por no decir viejo. Pues a pesar de que dejé el día a día de la redacción cuando sufrí mi accidente siempre me mantuve conectado con mi oficio, con colaboraciones o gabinetes de prensa. Aunque dios sabe lo que eché de menos el pulso noticiable del diario.
Kiko Cabanillas.

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